miércoles, 8 de febrero de 2012

Para Alberto.

Hace unos días alguien me preguntó para qué sirve leer. Lo más curioso es que creo que no se estaba quejando al hacer la pregunta sino intentando que yo le diera una respuesta satisfactoria. Ante preguntas como ésta me siento pequeña, me emociono un poco, el corazón se me pone en la boca y con él hablo. Por eso pienso, que quizá, no me entendiste del todo. 
Así que, preocupada porque no me gusta dejar dudas sin resolver, pensé cómo darte una mejor respuesta. Entonces, recordé esto que leí. Por supuesto, yo no comparto su idea de una vida finita, pero está bien escrito y te puede ayudar.
Alberto, espero que te sirva un poco. Doña Rosa Montero, espero que no me acuse usted de plagio. He soñado leyendo todos sus libros, que me vigilan desde la estantería mientras escribo esto. 




       "Siempre me ha dado pena la gente que no lee, y no ya porque sean más incultos, que lo son; o porque estén más indefensos y sean menos libres, que también, sino, sobre todo, porque viven muchísimo menos. La gran tragedia de los seres humanos es haber venido al mundo llenos de ansias de vivir y estar condenados a una existencia efímera. Las vidas son siempre mucho más pequeñas que nuestros sueños; incluso la vida del hombre o de la mujer más grandes es infinitamente más estrecha que sus deseos. La vida nos aprieta en las axilas, como un traje mal hecho. Por eso necesitamos leer, e ir al teatro o al cine. Necesitamos vivirnos a lo ancho en otras existencias, para compensar la finitud. Y no hay vida virtual más poderosa ni más hipnotizante que la que nos ofrece la literatura. Estoy convencida de que a todos los humanos nos aguarda en algún rincón del mundo el libro que sería perfecto para nosotros, la lectura que nos abriría las puertas de ese mundo maravilloso que es la literatura. De modo que aquellos a quienes no les gusta la lectura sólo serían individuos que aún no han tenido la suerte de encontrar su precioso libro-llave personal. Verán, yo creo mucho más en esta predestinación que en la amorosa. En realidad me es bastante difícil confiar en la existencia de la media naranja sentimental, de un alma gemela que ande pululando por ahí a la espera de que un día nos tropecemos. Pero en los libros, ah, eso sí: en los libros sí creo. En el susurro embriagador de las buenas novelas. En las historias que parecen estar escritas sólo para mí.
     Porque, cuando nos gusta un libro, siempre nos parece que sus páginas nos hablan directamente al corazón, que sus palabras son nuestras y sólo nuestras. Y en alguna medida es cierto que es así, porque al leer completamos la obra, la interpretamos, la enriquecemos con nuestra necesidad y nuestra pasión. No hay dos lecturas iguales. Ahora bien: aunque la experiencia  de la lectura sea única, lo cierto es que gracias a los libros nos hermanamos. Cuando, yendo en el metro o en un avión, voe a alguien ensimismado en una novela que a mí me ha gustado, siento una instantánea afinidad con esa persona. ¡De algún modo me encuentro dentro de su cabeza y de sus emociones! Yo también he estado allí y he vivido lo que él o ella está viviendo. Gracias a los libros compartimos nuestros sentimientos, aprendemos de los demás y nos sentimos acompañados no sólo en nuestra pequeña existencia, sino en algo mucho más general, mucho más grande que nosotros, algo que nos engloba a través del tiempo y del espacio. ¿No es prodigioso poder vibrar con las palabras de alguien que lleva muerto un siglo, por ejemplo? Cuánta esperanza hay en el acto de leer. La esperanza de poder entender a otro ser humano. De sumarte a su fugaz trayecto por la vida.

                Para mí los libros son verdaderos talismanes. Me parece que, si tengo algo a mano para leer, puedo ser capaz de aguantar casi todo. Son un antídoto para el dolor, un calmante para la desesperación, un excitante contra el aburrimiento." 


Montero R., (2011), El amor de mi vida, Alfaguara, Madrid, pp. 14-15

2 comentarios:

  1. ¡Guau! Y no de perro, sino de interjección y admiración. La etiqueta viene como anillo al dedo: La magia de la palabra. Vaya texto más perfecto, más armónico y más explícito que llega directamente a donde nada más puede llegar que unas palabras bien dichas o, como en este caso, bien escritas.
    Genial, Begoña. Gracias por compartir una pizquita de todo lo que sabes y de todo lo que lees, que sé que es mucho y muy bueno. Seguiré leyendo más, para aprender mejor.
    Yo, también, ya sabes... Bueno, tú me entiendes :).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti!! Y sí, lee. Porque si no lees, no pasa nada. Pero si lees, muchas veces, pasan cosas fantásticas que solo dependen de tus ojos y tu imaginación.

      Eliminar